Los intentos de reavivar las dictaduras en América Latina —al menos su espíritu sino su forma— recibieron un golpe contundente este domingo en Chile con el triunfo del joven izquierdista Gabriel Boric.

Boric, quien forjó su liderazgo en las protestas estudiantiles contra la privatización de la educación impuesta por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), derrotó al candidato de la ultraderecha, José Antonio Kast, por más de diez puntos. Kast, un partidario sin complejos de Pinochet, aseguró que, de estar vivo, el exdictador hubiera votado por él.

En el Perú, con el triunfo de Pedro Castillo en las elecciones de junio del 2021, también se logró derrotar a una candidata —Keiko Fujimori— que pretendió reavivar el espíritu dictatorial de su padre, Alberto Fujimori, quien describe como “el mejor presidente en la historia del Perú”, a pesar de que destruyó la democracia, participó en y permitió la construcción de redes de corrupción que coparon al Estado peruano para asaltar al erario público, traficó armas y se alió con el narcotráfico, y organizó un escuadrón de la muerte para eliminar a sus opositores.

La victoria de Boric, sumada a otros triunfos recientes de la izquierda en la región como Xiomara Castro en Honduras y Pedro Castillo en el Perú y la presencia de otros liderazgos progresistas como AMLO en México, parece representar una nueva “marea rosada” de gobiernos de izquierda en América Latina. La posibilidad de una victoria de Gustavo Petro en Colombia y Lula en Brasil hace aún más potente esta interpretación de la realidad actual en la región.

Pero persisten liderazgos en la región que buscan el reavivamiento de las dictaduras de antaño. Nayib Bukele de El Salvador se ha jactado de ser “el dictador más cool del mundo”. Zury Ríos en Guatemala, quien está prohibida por la Constitución de ser candidata por ser pariente cercano del golpista Efraín Ríos Montt (1982-1983), condenado por genocidio en 2013 pero liberado pocos días después tras las pataletas de una alianza militar-empresariado reaccionaria, fue excluida de ser candidata en 2019, pero junto con sus aliados ha puesto patas arriba el sistema político de su país para ser candidata presidencial y ganar en 2023.

Pueda que gane Lula en Brasil y Petro en Colombia, pero la ultraderecha en ambos países, que mantienen el poder en la actualidad, podría aún dar sorpresas.

En juego está la urgente necesidad de cambiar el modelo neoliberal, un sistema que genera desigualdad y violencia, algo que la pandemia ha hecho más claro que nunca.

Ojalá Boric nos muestre el camino de cómo forjar cambios estructurales respetando las reglas de la democracia y los derechos humanos.


(Foto: Andina)


Publicado originalmente en: https://bit.ly/3egmM37